Durante los meses de verano es muy común que se de un aumento en el consumo de alcohol propiciado por las vacaciones y demás reuniones con familia y amigos. Además el buen tiempo y ambiente hace que sea más apetecible el tomarte algo fresco rodeado de los tuyos. Sin embargo, ¿Cómo puede afectar esta ingesta de alcohol a nuestra vista? Desde Fernández Casas queremos estudiar todos aquellos efectos que pueden tener las bebidas alcohólicas sobre la visión tanto a corto como a largo plazo.
Un consumo moderado de alcohol no tiene por qué ser necesariamente negativo para la salud. Es más, en muchos casos llega a ser recomendable el consumo de pequeñas cantidades de vino tinto o cerveza al día. Sin embargo, el problema llega con los excesos. El abuso del alcohol es lo que nos puede acarrear diversos problemas oculares, que analizaremos a continuación diferenciándolos por sus efectos a corto y largo plazo.
Efectos para la visión a corto plazo
Uno de los efectos más inmediatos que podemos percibir tras un elevado consumo de alcohol es la visión borrosa o doble. Esto ocurre porque nuestra visión periférica, la encargada de detectar objetos a nuestro alrededor sin necesidad de mover los ojos o girar la cabeza, se ve muy afectada por el alcohol haciéndonos experimentar una reacción más lenta de las pupilas. Debido a esto, tardaremos más en reaccionar a estímulos o no podremos medir bien las distancias, incluso podríamos tener problemas para distinguir colores. Esta es una de las principales razones por las que es tan peligroso conducir tras haber consumido alcohol.
Los ojos rojos e inflamados es un efecto muy común durante las conocidas "resacas". Esta apariencia se debe a que el exceso de alcohol reduce el oxígeno en los glóbulos rojos, dilatando los vasos sanguíneos de la superficie blanca del ojo y haciendo fluir más sangre por ellos. El uso de gotas para los ojos y las bajas temperaturas ayudan a calmar este enrojecimiento e inflamación de los ojos.
El alcohol es un producto diurético, es decir, hace que nuestro cuerpo elimine líquidos a una mayor velocidad. Es por eso que a la mañana siguiente de un excesivo consumo de alcohol tenemos tanta sed. Esta deshidratación de nuestro cuerpo también afecta a nuestros ojos provocándonos sequedad en la zona ocular.
El consumo de bebidas alcohólicas también afecta a nuestra calidad de sueño e incluso puede provocar insomnio. A no descansar bien, podremos notar mucho más marcadas las bolsas en los ojos, dándonos una imagen cansada y apagada.
Por último, podemos destacar la posible aparición de contracciones involuntarias o tics en los ojos tras una noche de excesos. Se trata de un espasmo indoloro provocado por un músculo del ojo que debería desaparecer a lo largo de ese mismo día.
Efectos para la visión a largo plazo
Si bien los efectos a corto plazo desaparecen en su mayoría al poco tiempo, el consumo prolongado en el tiempo y en grandes cantidades de alcohol puede provocar daños crónicos en la visión y problemas de mayor gravedad.
El consumo excesivo de alcohol está relacionado con un mayor riesgo de sufrir cataratas, lo cual puede causar ceguera en el ojo si no se lleva a cabo un tratamiento.
El alcohol afecta a nuestro nervio óptico, pudiendo provocar a largo plazo una degeneración macular, haciendo que nos sea mucho más complicado distinguir colores y formas. Podrían incluso experimentarse dificultades para reconocer rostros.
Otro problema que puede desarrollarse a raíz del consumo desmesurado de bebidas alcohólicas es la ambliopía u ojo vago, lo cual aumenta las probabilidades de pérdida de visión.
Beber en exceso agotará las reservas de vitaminas de nuestro cuerpo, lo que nos podría acabar provocando una neuritis óptica. Esta patología inflama el nervio óptico, encargado de mandar la información del ojo al cerebro, haciendo que se degrade la visión central.
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