La estereopsis o visión en tres dimensiones es la capacidad de integrar las imágenes provenientes de cada uno de los dos ojos en una sola imagen tridimensional. La estereopsis proporciona la visión en profundidad. Sin embargo, es solo una de las claves que usa el cerebro para inferir relaciones tridimensionales en el contexto visual.
¿Cómo se genera la imagen tridimensional o estereoscópica?
Cuando una persona está mirando un objeto, cada ojo enviará una imagen al cerebro que no será exactamente la misma al estar cada ojo separado del otro por una pequeña distancia (distancia interpupilar). Esta separación es justo la apropiada para generar en el cerebro una pequeña disparidad que tiene como consecuencia la elaboración de una imagen tridimensional.
Para el desarrollo de una visión binocular correcta son necesarios dos requisitos:
Por lo tanto, las causas fundamentales de la falta de desarrollo de estereopsis o visión tridimensional en un niño será la ambliopía u ojo vago y/o la presencia de estrabismo.
La visión estereoscópica o tridimensional comienza a desarrollarse a nivel cerebral desde los 3 meses de edad, requiriendo una adecuada visión con cada ojo y una correcta alineación de los mismos. Se considera que está consolidada hacia los 5-6 años.
Es por tanto muy importante detectar y corregir un posible ojo vago o un estrabismo antes del final del periodo crítico de desarrollo cerebral binocular para que la estereopsis o visión tridimensional pueda desarrollarse.
En estudios realizados en personas a los que se anula de forma brusca su visión tridimensional o estereopsis tapándoles un ojo, se ha observado que esta falta de estereopsis o visión tridimensional tiene como consecuencia un detrimento importante en la destreza manual guiada por la visión; los movimientos llevan más tiempo y son menos precisos. Planificar el movimiento en profundidad sin visión estereoscópica es claramente más difícil bajo visión monocular. Estas investigaciones se han realizado en personas con un desarrollo normal de la estereopsis o visión tridimensional a los que artificialmente se fuerza a una visión monocular.
La afectación de la visión en profundidad es el déficit más frecuente del ojo vago o ambliopía en condiciones normales de visión (en visión binocular). La falta de desarrollo o deterioro de la visión en tres dimensiones o estereopsis puede tener un impacto importante en la realización de tareas visomotoras y práctica de deportes en niños o en una deambulación segura en adultos mayores.
A pesar de esto, los oftalmólogos hemos observado a lo largo del tiempo cómo algunas personas con estrabismo o con un solo ojo pueden realizar con éxito infinidad de actividades que exigen una buena visión en profundidad. Este hallazgo tiene como explicación que la percepción de la profundidad no solo depende de la estereopsis o visión tridimensional. Existen claves monoculares para recibir información sobre la distancia y la profundidad de los objetos. El tamaño relativo, las sombras, la superposición de objetos y el paralelismo de movimiento de los objetos ofrecen indicios de profundidad monoculares. Algunas personas con un déficit de visión tridimensional o estereopsis han potenciado más estas claves monoculares a lo largo de su vida y son capaces de desenvolverse sin problema en las actividades cotidianas.
En cambio, una persona con buena estereopsis a la que momentáneamente se le tapa un ojo, ve disminuida de forma importante su percepción de profundidad, ya que no ha tenido que potenciar el uso de los indicios monoculares a lo largo de su vida. Si esta eliminación de estereopsis o visión tridimensional es permanente, la plasticidad del cerebro tendrá que trabajar estas claves monoculares para poder adaptarse a la nueva situación.
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Cita PreviaPara saber si se tiene o no estereopsis o visión tridimensional existen numerosos test para evaluar el grado de estereopsis o visión tridimensional. A estas pruebas se les llama pruebas de agudeza estéreo y se dividen en pruebas de contorno estéreo y pruebas estéreo de puntos aleatorios. Estas pruebas se pueden realizar en la consulta de oftalmología u optometría y se hacen de forma rutinaria en toda exploración oftalmológica pediátrica.
La más famosa es el “test de la mosca” o test de Titmus. Se trata de una prueba con dos imágenes separadas horizontalmente que son vistas cada una con un ojo diferente mediante el uso de unas gafas polarizadas. En el caso de que el sujeto tenga una estereopsis o visión tridimensional normal, podrá ver cómo las alas de la mosca parecen elevarse hacia él. Tiene además una serie de círculos estereoscópicos para medir la agudeza estéreo. Esta agudeza se mide en segundos de arco y cuanto menor sea ésta, mejor será la visión en tres dimensiones o estereopsis. El test de Titmus va desde la mosca (3000”) al noveno círculo (40”).
Estos test tienen la ventaja de que son fáciles de realizar, pero tienen como inconveniente que ciertas láminas pueden ser vistas a través de claves monoculares, por lo que tienen un pequeño porcentaje de falsos positivos.
Son pruebas donde, mediante unas gafas especiales (como las gafas rojo-verde), cada ojo puede ver una lámina con puntos al azar que son idénticos en ambas láminas excepto por una serie de puntos que están desplazados horizontalmente en una lámina respecto a la otra. La ventaja de estas pruebas es que no pueden ser vistas mediante indicios monoculares, por lo que se elimina la posibilidad de un falso positivo. Como contrapartida, son más difíciles de ver incluso por pacientes con estereopsis o visión tridimensional normal, por lo que hay un porcentaje de falsos negativos significativo, sobre todo en niños pequeños.
Entre la estereopsis o visión tridimensional perfecta y la visión monocular pura existe un amplio espectro de posibilidades de cooperación entre los dos ojos o cooperación binocular. Mientras que la estereopsis o visión tridimensional clásica se mide mediante los test de agudeza estéreo antes mencionados, hay pacientes que no son capaces de ver ninguna lámina de estos test y que presentan cierta cooperación binocular.
Este es el caso de estrabismos de ángulo muy pequeño con síndrome de monofijación, donde existe visión monocular a nivel de la visión central y visión binocular en la visión periférica. La razón de que en la periferia del campo visual puedan unirse dos imágenes con una disparidad determinada y en la parte central del campo visual esto no sea posible viene dado porque las neuronas del campo visual central son mucho más especializadas y para fusionar dos imágenes no permiten la más mínima falta de alineamiento ocular, a cambio dan una visión estereoscópica de mucha calidad.
En cambio, las neuronas encargadas del campo visual periférico son menos exigentes y permiten fusionar imágenes con una mayor disparidad que las centrales. Como contrapartida, ofrecen una visión estereoscópica más grosera. Por lo tanto una visión binocular puede no medirse con test convencionales pero puede estar presente y ser medida con test especializados.
Como norma general, la estereopsis o visión en tres dimensiones podrá mejorarse si los factores necesarios para que ocurra son reforzados. Esta mejora es indudable cuando actuamos en el periodo de mayor plasticidad cerebral.
El recuperar el procesado visual de cada ojo, rehabilitando la ambliopía y lograr un alineamiento ocular corrigiendo el estrabismo van a ser los dos pilares fundamentales del entrenamiento de la estereopsis o visión tridimensional en la infancia y adolescencia.
Tradicionalmente se ha pensado que, una vez termina el periodo de plasticidad cerebral, no existe margen de mejora de la estereopsis o visión tridimensional. Sin embargo, cada vez hay más evidencia de que se puede mejorar la estereopsis en la vida adulta, sobre todo en los casos de baja estereopsis por ambliopía u ojo vago no estrábico.
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