En los países desarrollados, las infecciones corneales se asocian sobre todo al uso (generalmente por mal uso) de lentes de contacto, mientras que en los países en vías de desarrollo, se asocian con traumatismos oculares en contextos agrarios.
Las infecciones en la córnea también llamadas queratitis infecciosas o úlceras corneales infecciosas, pueden ser bacterianas, víricas, fúngicas y las producidas por protozoos como la Acanthamoeba, siendo con mucha diferencia la infección corneal más frecuente la bacteriana.
Potencialmente, cualquier bacteria puede producir una infección y úlcera corneal. Sin embargo, las más frecuentes son las producidas por las bacterias que de manera normal viven en los párpados como los estafilococos y estreptococos. En los usuarios de lentes de contacto, la infección bacteriana más frecuente es la producida por la Pseudomonas Aeruginosa.
La córnea tiene una capa externa que se llama epitelio el cual actúa como barrera protectora frente a las infecciones. Por eso, la mayor parte de queratitis infecciosas se producen cuando existe un daño previo del epitelio. Si ese epitelio no está íntegro entonces la puerta está abierta para que pueda entrar cualquier microorganismo. El epitelio puede dañarse por un traumatismo o por un mal uso o una mala adaptación de unas lentes de contacto. También existe la excepción como la Neisseria Gonorrhoeae (gonococo) que es capaz de infectar la córnea a pesar de que el epitelio esté íntegro.
En primer lugar, hay que establecer un diagnóstico de sospecha con respecto a la causa de la infección. El diagnóstico de sospecha se fundamenta en el aspecto clínico de la lesión corneal y en los factores de riesgo del paciente. Además, cuando se cumplen unos criterios determinados, es necesario tomar una muestra mediante raspado de la lesión para realizar un estudio microbiológico.
En función del diagnóstico de sospecha, se inicia un tratamiento empírico. El tratamiento empírico es aquél que en teoría es capaz de erradicar la infección causada por el organismo que se sospecha. Esto permite iniciar el tratamiento más probablemente eficaz de forma inmediata sin esperar a los resultados microbiológicos que determinen la causa de la infección. Una vez se tienen dichos resultados, se ajustaría el tratamiento si fuese preciso.
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Cita PreviaUna infección corneal que no es diagnosticada o tratada a tiempo puede conducir a complicaciones graves como el adelgazamiento e incluso perforación de la córnea que pone en riesgo la integridad de todo el globo ocular.
Las infecciones corneales leves cuando se tratan correctamente, no suelen dejar secuelas importantes. Las infecciones corneales más severas, aunque se traten a tiempo y correctamente, van a dejar una cicatriz residual una vez se ha curado la infección. Esta cicatriz, sobre todo si está en el centro de la córnea, producirá una disminución de la visión. En algunos de estos últimos casos, la única manera de recuperar la visión es mediante la realización de un trasplante de córnea o queratoplastia.
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